Es posible que el camino conceptual para llegar a la narrativa transmedia haya iniciado en 1968, con McLuhan y la idea de la ecología de los medios, al referirse que “el medio es el mensaje”.
Por tanto, es el teórico canadiense el primero en hablar de la importancia de la forma del contenido en el momento de transmitir conocimiento (Battro, 1997). Esto enmarcado desde la descripción de su representación de la Aldea Global, la cual corresponde a las interconexiones humanas globales existentes con el uso de los medios electrónicos de la época, como el teléfono, la televisión y las transmisiones satelitales, como la divulgación de imágenes en vivo y en directo de la llegada del hombre a la Luna.
“En efecto, cuando se irradia un conocimiento en forma plenamente digital, el receptor puede elegir el medio, el soporte, que prefiera para recibir el mensaje (texto, voz, imagen). La metamorfosis se produce a la llegada del mensaje a la computadora” (Battro, 1997, p. 70).
Para Islas (2009), esta es la columna vertebral de la ecología de los medios y del pensamiento de McLuhan. Manifiesta que “con el paso de los años, la Ecología de Medios se ha enriquecido gracias a las relevantes aportaciones teóricas de destacados estudiosos de temas de Comunicación, Tecnología y Semiótica, principalmente” (p. 26). Uno de esos exponentes es Postman, discípulo de McLuhan en la escuela de Toronto.
Según Postman, el cambio tecnológico no era aditivo, sino ecológico, y lo explicaba con un ejemplo: si dejamos caer una gota de tintura roja en un recipiente con agua, se disuelve en todo el líquido, coloreando cada una de las moléculas. Eso es lo que Postman entiende por cambio ecológico (ecological change). (Scolari, 2010, p. 20)
Y es, precisamente, Postman quien introduce oficialmente el concepto de ecología de los medios en una conferencia National Council of Teachers of English en 1968, quien reconoció que McLuhan ya lo había utilizado con anterioridad (Scolari, 2010).
Postman definió la ecología de medios y analizó cómo los medios de comunicación afectan a la opinión humana, la comprensión, la sensación, y el valor; y cómo nuestra interacción con los medios facilita o impide nuestras posibilidades de supervivencia. La palabra ecología implica el estudio de ambientes: su estructura, contenido e impacto en la gente. (Islas, 2009, p. 26)
Así, entonces, Postman conceptualiza la ecología de los medios como el estudio de ambientes, contextos y entornos. Un ambiente, como lo manifiesta Islas (2009), corresponde a un complejo sistema de mensajes relacionados con la forma de pensar, sentir y actuar en el ser humano.
Frente a esto, expresa Scolari (2010) que “la consolidación de una visión ecológica de los medios y la comunicación fue paralela a la difusión de las ideas ecologistas a partir de los años sesenta” (p. 18).
Pero fue en 1971 cuando se dio el primer paso académico: Postman le apostó al concepto y fundó en la Universidad de Nueva York el primer programa de Ecología de Medios.
“Postman formó, inspiró y colaboró con destacados investigadores como Paul Levinson, Joshua Meyrowitz, Jay Rosen, Lance Strate y Dennis Smith” (Scolari, 2010, p. 21).
El autor también manifiesta que la ecología de los medios, más allá de su origen semántico, no surgió espontáneamente, sino que hace parte de los procesos que pretende reunir diferentes componentes de la esfera tecno-socio-comunicacional.
Por su parte, la ecología de los medios para Islas se enfoca desde los estudios específicos del impacto de las tecnologías en entornos comunicativos. Se apoya en McLuhan y en Postman para manifestar que “los medios de comunicación admiten ser comprendidos como tecnologías, y las tecnologías efectivamente pueden ser pensadas como prolongaciones del hombre” (2009, p. 26).
«La llegada de un nuevo medio no se limita a agregar algo: cambia todo. En el año 1500, después de la invención de la imprenta, no había una vieja Europa más una imprenta: había una Europa diferente. Después de la llegada de la televisión, los Estados Unidos no eran los Estados Unidos más la televisión. El nuevo medio le dio un nuevo color a cada campaña política, hogar, escuela, iglesia, industria, etc., de ese país (Postman 1998)». (Scolari, 2010, p. 21)
Por su parte, Martín-Barbero (1987), perteneciente a la denominada Escuela Latinoamericana de Comunicaciones, contextualizó la importancia de las mediaciones desde un conjunto de elementos sociales. Concibe a las mediaciones como un espacio cultural, como un lugar de articulación de sentidos.
Martín-Barbero (2014) comenta que la palabra mediaciones la tomó de Paul Ricoeur, al cuestionar el estructuralismo que hace desaparecer el símbolo.
El signo es una señal, es un indicador, y el símbolo está cargado de tiempo, memoria e historia. Ricoeur observa al mundo como un lugar emergente del sentido.
No obstante, Martín-Barbero no veía las mediaciones como medios, lo que él pensaba era “lo que hay entre lo que está a un lado y al otro, lo que está entre los medios y la gente” (Pensadores.co, 2014).
Pero relacionado con la concepción de mediación social de Martín Serrano (1977), quien propuso “una teoría para explicar las funciones que cumple la comunicación institucionalizada en el cambio y la reproducción de las sociedades capitalistas que transitan de su etapa industrial a otra postindustrial” (Franco, 2011).
Estas ideas llevaron a Martín-Barbero a darle forma al concepto desde la sociedad de masas, la magnitud política y la sicología de los sujetos.
Esto lo llevó a enfrentar un dualismo entre lo popular y lo masivo, entendiendo lo popular como lo tradicional y lo que pertenece al pueblo. Por tanto, el autor concibe las mediaciones como:
«La herramienta para salir del dualismo epistemológico porque sirven como una hermenéutica para explicar y comprender, es decir, son metáforas que tienen un valor referencial (están referidas al mundo de la vida) y permiten leer, que no es encontrar la intención que está detrás de un texto sino desplegar el mundo que el texto abre (…) Las mediaciones son entonces “articulaciones entre prácticas de comunicación y movimientos sociales -vistos como lugar en el que se produce el sentido de los usos-, diferentes temporalidades y pluralidad de matrices culturales”». (Ortiz, 1998, p. 64)
Martín-Barbero ejemplifica que la televisión funciona porque dentro de los relatos que se transmiten hay algo de la vida de las personas, lo que les permite a los individuos reconocerse, pero, a su vez, las productoras incluyen con mayor regularidad elementos populares porque les genera dinero, manifiesta que “si mucha gente lo oye, si mucha gente lo lee, si mucha gente lo ve, entonces hacer plata. Entonces lo meto porque hace plata, pero lo tiene que meter o sino no hay éxito” (Martín-Barbero, 2014).
En ese sentido, el concepto de mediación le permitió al académico español ligar en su construcción teoría “cómo la primera cultura masiva fue la cultura que creó el Estado-Nación, para que todos los colombianos, se reconozcan como colombianos” (Pensadores.co, 2014). Por tanto, al gobierno colombiano tuvo que convertir lo popular en masivo.
Esta sumatoria de elementos y su estrecha relación con lo expresado por McLuhan, llevó a Piscitelli (2005) a enfocarse en el desarrollo de los medios digitales y su entorno. Comenta que internet hubiese sido el medio favorito para McLuhan, ya que sus tesis “pudieran ponerse a prueba en serio, necesitaban de la emergencia de un nuevo medio.
“El mejor test para adorar (o desterrar) a McLuhan habría de ser, sin dudas, la frontera digital” (Piscitelli. 2005, p. 126).
Y es, precisamente, a mediados de la década de 1990 cuando se populariza la internet, con la masificación de la red, la accesibilidad, la capacidad computacional y el uso de herramientas multimediales, las cuales se caracterizan por la convergencia de varios elementos como el texto, imagen, sonidos, vídeos, gráficos y animaciones, entre otros elementos, de tal forma que permiten representar el conocimiento y la infamación de manera fluida. Esto coincide con los razonamientos de McLuhan (1968):
«…que un nuevo medio se caracteriza por sumar características de los medios anteriores, hasta que adquiere su propio lenguaje (…) Esto significa que cada medio tiene características únicas, aunque a veces esa originalidad resulte de la suma, más o menos elaborada y compleja, de características de otros medios desarrollados antes». (Canavilhas, 2007, P. 15)
Con la popularidad de los medios digitales, Negroponte (1995) afirma que el uso de las herramientas digitales se masifica de manera acelerada, de tal manera que utilizamos los dispositivos como extensiones de nuestro ser y, a su vez, es nuestra vestimenta, hasta el punto de que dormimos con ellos.
A esto se refiere cuando habla de revolución digital para expresar que el ADN en nuestra vida cotidiana es la información, la cual está integrada por los bits, elemento esencial en la interacción humana.
«La digitalización está produciendo un cambio. La información, en forma de libros, revistas, periódicos y videocasetes, está por convertirse en la transferencia instantánea y a bajo costo de datos electrónicos, que se mueven a la velocidad de la luz. De esta manera, la información se vuelve universalmente accesible. Esta tendencia hace que el cambio de los átomos por los bits sea irrevocable e imparable». (Bencomo, 2007, p. 168)
De esta forma el usuario digital se relaciona con un mundo de interfaces, basadas en iconografías. Donde pueden modificar sus parámetros y controlar la navegación, desde los componentes esenciales de la multimedia: la máquina como coordinadora, los enlaces que conectan las fuentes de la información, los controles de navegación que permiten la interactividad y el proceso de procesar, crear y comunicar.
Por su parte, con relación a este último componente, en el momento de compartir los contenidos, “hablamos de multimedia cuando la misma historia se narra en diferentes soportes, ya sea por yuxtaposición o integración, manteniéndose dentro de los marcos limitantes del clásico sitio web” (Liuzzi, 2014, p. 68).
No obstante, en esa evolución, aparece un nuevo concepto: la crossmedia, el cual consiste en extender la historia a otros formatos, pero para comprenderlo se necesita experimentarlo conjuntamente.
La integración de la multimedia con el hipertexto llevó a los teóricos a hablar de hipermedia, pensada como una red de interconexiones que permiten el acceso a la información mediante nodos, objetos y enlaces. Es importante aludir a Castells, quien menciona que:
«Quizá el hipertexto no exista fuera de nosotros, sino más bien dentro de nosotros. Es posible que nos hayamos creado una imagen excesivamente material del hipertexto electrónico. O sea, una imagen del hipertexto como un verdadero sistema interactivo, digitalmente comunicado y electrónicamente controlado, dentro del cual todas las piezas sueltas de la expresión cultural pasada, presente y futura, en todas sus manifestaciones, podrían coexistir y recombinarse. Este hipertexto sería factible, tecnológicamente, en la era de internet, pero no existe porque no hay suficiente interés para ello». (2001, p. 229)
Se puede afirmar que la principal característica en un mundo hipermediado es la riqueza que dan las lecturas no lineales, de crear mapas de navegación hipermedial o reticular, que permitan una navegación en forma de red, de telaraña.
En la construcción de contenidos periodísticos es de gran utilidad la redacción no lineal, la cual implica resolver un conflicto de vieja data entre el mundo analógico y el mundo digital.
Esta nueva manera de leer y relacionarnos con los mundos análogos y digitales posibilita la apertura de escenarios para una nueva ecología de los medios. El principal defensor de esta propuesta es Scolari.
El autor, inicialmente hace un recorrido por las mediciones y acercamiento a este fenómeno mediático, a través de la metáfora ecológica, una aproximación para comprender el conjunto de interrelaciones tecnológicas, culturales, sociales, políticas y económicas en el universo de las tecnologías de las comunicaciones y la información.
La metáfora del ecosistema, al igual que la metáfora de la red, puede llevar a pensar que todo es lo mismo o vale por igual. Nada más lejano de nuestro punto de vista: en las redes, como en los ecosistemas, hay jerarquías, conflictos y acuerdos entre actores que reconfiguran las relaciones en cada momento. (Scolari, 2008, p. 292)
Scolari (2014) manifiesta que este ecosistema adopta terminologías de las ciencias sociales como evolución, hibridación, extinción, simbiosis y emergencias, para referir a la exploración de nuevos territorios de la comunicación.
“Supongamos que hay un lago… y una persona va y tira pirañas, bueno, el hecho de introducir nuevas especies cambia todas las relaciones. Puede hacer que una especie se extinga o que otra a lo mejor sobreviva o se adapte”. Este ejemplo dado por Scolari permite distinguir que el ecosistema actual de los medios está cruzando por algo similar: la aparición de nuevas especies mediáticas como las redes sociales virtuales o la creación de videojuegos que responden a los movimientos del cuerpo.
Scolari (2014) también dice que son muchas las nuevas experiencias comunicativas “que están afectando las relaciones en todo el ecosistema y los medios tradicionales, viejas especies que dominaban este ecosistema, ahora sienten la presencia y a veces establecen relaciones de conflicto y a veces relaciones de cooperación”.
Hoy estamos viendo, por ejemplo, una serie de televisión y está acompañada también por un videojuego y se van entrelazando ambas. Tenemos hibridaciones entre las redes sociales y la vieja televisión, en la parte de abajo aparecen los tuits o los SMS. O sea, estamos viendo diferentes formatos híbridos. (Scolari, 2014)
Gosciola (2016) dice que estamos pasando del mundo hipermedia al transmedia, lo que implica que la comunicación va más allá de la convergencia.
Para él, uno de estos ejemplos se encuentra en el campo del periodismo, cuando la noticia pierde todo el valor porque es transmitida, con el mismo contenido, en cualquier medio y en cualquier plataforma.
Es tener el mismo texto en la radio, la prensa y en la televisión. Sin embargo, el público ya no se queda con la lectura en la radio de los periódicos, exige que los contenidos transmitidos sean diferentes.
Dice que la transmedialidad piensa diverso, con el lenguaje propio para la plataforma, que documente y que emocione a los públicos.
Cada vez es más frecuente apreciar estrategias de comunicación pensadas desde la transmedialidad. Los relatos de ficción, la educación y el periodismo se involucran en dicho entorno. De hecho, “en la actualidad casi no quedan actores de la comunicación que no estén pensando su producción en términos transmediáticos, desde la ficción hasta el documental, pasando por el periodismo, la publicidad y la comunicación política” (Scolari, 2014, p. 72).
Como lo indica Gosciola (2016), transmedialidad es una estrategia de comunicación, la cual debe ser pensada y planeada desde el cumplimiento de los objetivos.
Y es Scolari (2013) quien reúne los elementos de la ecología de los medios y los integra con las ideas de Jenkins, tratados en líneas anteriores, para argumentar de manera sistemática desde la ficción.
Aunque al hablar de transmedia, Jenkins se refiere principalmente a los universos narrativos generados en torno a obras de ficción como Harry Potter, Matrix y Star Wars, lo cierto es que no es difícil encontrar ejemplos de narrativas transmedia en géneros de no ficción.
Si debemos resumir las narrativas transmedia en una fórmula, sería la siguiente:
IM + CPU = NT
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- IM: Industria de los medios
- CPU: Cultura participativa de los usuarios
- NT: Narrativas transmedia
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Un antropólogo de la comunicación, inspirado por Michel de Certau, podría proponer otra fórmula basada en la oposición entre «estrategias» y «tácticas»:
EI + TU = NT
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- EI: Estrategia de la industria
- TU: Tácticas de los usuarios
- NT: Narrativas transmedia
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Un investigador de las narrativas, por su parte, propondría la siguiente alternativa a partir de la tensión entre los textos oficiales (el llamado «canon») y los producidos por los fans («fandom»):
Cn + Fn = NT
Cn: Canon
Fn: Fandom
NT: Narrativas transmedia. (Scolari 2014, p. 72)
Aunque Jenkins (2009) establece siete principios de las narrativas transmedia: expansión vs. profundidad, continuidad vs. multiplicidad, inmersión vs. extracción, construcción de mundos (worldbuilding), serialidad, subjetividad y ejecución (performance), Scolari (2014) enfatiza en dos condiciones esenciales: la expansión y la adaptación, por un lado el relato se expande en varios medios (nuevas historias) y por el otro el ajuste coherente en cada medio o plataforma (lenguajes propios y formatos adecuados), ambas características se involucran con los públicos, quienes ya no son consumidores sino prosumidores, es decir que participan en la expansión de la historia.
“Cada uno representa un momento de interacción del público con los textos disponibles en las múltiples plataformas empleadas para su distribución” (Gallego, 2011, p. 16).
Además, Gallego concluye que en “las narrativas transmediáticas es necesario el diseño de plataformas que cuenten con mecanismos narrativos que las conecten. Crear expectativa o generar en el público la inquietud por profundizar en la historia requiere de la implementación de pistas de migración en su interior” (p. 22).
Para hablar de transmedia es fundamental referirse a la construcción de narrativas en múltiples plataformas, donde cada contenido contribuye específicamente una valiosa totalidad (Jenkins, 2008), es decir, que cada guion es elaborado para cada uno de los lenguajes propios del medio, que conjuntamente complementa la historias a través de un hilo conductor.
«Las narraciones transmediáticas: historias que se despliegan a través de múltiples plataformas mediáticas, y en las que cada medio contribuye de una manera característica a nuestra comprensión del mundo, una aproximación más integral al desarrollo de la franquicia que los modelos basados en textos primigenios y productos secundarios». (Jenkins, 2008, p. 183)