En la foto, Kevin Daniel Córdoba Polo en el éxtasis de la victoria, quien se arrodilla, abre sus brazos y eleva su mirada al cielo. Un campeón siempre agradece su triunfo.
En el coliseo menor de Apartadó, donde las pesas tejen su relato en los Juegos Deportivos Departamentales, resaltó Kevin Daniel Córdoba Polo, un joven de 15 años cuyo nombre resonaría al dejar una marca imborrable en la división de los 58 kg. El calor se mezcló con la tensión palpable mientras Kevin, como un profeta en su tierra, desafiaba la ley de la gravedad al alzar 105 kilogramos en el envión, uno más que su contendiente.
Cuando los jueces validaron su movimiento, Kevin liberó la pesada barra y se arrodilló, sus brazos abiertos como alas de victoria. En sus ojos, lágrimas danzaban con la intensidad de su logro, mientras abrazaba a su gente, cuyos cánticos pronunciaban su nombre como un himno de victoria. Esto lo llevó a «sentirse en las nubes».
El coliseo, convertido en un santuario de aplausos, celebró aquel desafío de las leyes terrenales con la gracia de un dios de la halterofilia.
En una entrevista cargada de emotividad, Kevin reveló los secretos de su triunfo. Representando con orgullo a Apartadó, confesó que meses de férrea disciplina precedieron su hazaña.
(Audio) Palabras de Kevin Daniel Córdoba Polo.
Con lágrimas de gratitud, consagró su título a su mamá, Darlys Polo. Sus suspiros se complementaron con una señal al cielo, un gesto reverencial hacia su abuelo Humberto, cuyo espíritu, aunque ausente físicamente, aún lo acompaña en su mente. La conexión entre generaciones se volvía más tangible en ese instante, donde el peso levantado se convertía en un tributo a la memoria y a la herencia.
Kevin, estudiante de la institución educativa José Joaquín Vélez y habitante del barrio Obrero, cerró la entrevista con una recomendación para la vida: «nunca dejen de creer. Cuando uno cree, uno puede».
En un estallido de gratitud y júbilo, demostró que la victoria no solo se cifra en kilogramos suspendidos en el aire, sino en la fuerza de la superación personal y el respaldo inquebrantable de aquellos que creen en él.
La historia de Kevin, como una fábula moderna, se entrelaza con los hilos de la esperanza y la perseverancia, en la cual se forja una promesa que estará en la memoria como un capítulo vibrante en la historia del deporte apartadoseño.