#En200Palabras:
Estaba allí, concentrado frente a la pantalla del computador. Escribía una corta historia.
De repente entró Diego Londoño, compinche de muchos años, en compañía del maestro Boris de Greiff, hijo del poeta León de Greiff y sobrino del musicólogo Otto de Greiff.
—Andrés, te presento, dijo Diego.
—Mucho gusto, respondí mientras le daba la mano.
—Los quería conocer, expresó Boris.
Para nosotros fue un halago. Él leía los boletines y las historias que construíamos en el Panamericano de Ajedrez de 2007. Diego era el director de comunicaciones y yo fungía como jefe de prensa.
Nos creía mayores. Por la manera de escribir, pensó que teníamos más de cuarenta en edad. En promedio, los integrantes de la oficina de comunicaciones no superábamos los 21 años.
La sala de prensa se convirtió en el espacio perfecto para escuchar sus historias y el predilecto para sus siestas, en un sofá que allí teníamos.
Boris fue ajedrecista y periodista.
Como ajedrecista, representó a Colombia en nueve olimpiadas. Ganó la medalla de oro en Haifa, Israel (1977) y la de plata en Niza, Francia (1974), en individual.
Y como periodista, escribió para El Tiempo, El Espectador y Cromos. Era habitual verlo en medios televisivos. El legado fue amplio.
El maestro murió en octubre de 2011, a sus 82 años.