#En200Palabras:
Así que estábamos listos, en la cancha de La Floresta, para un enfrentamiento épico: hombres contra mujeres. Ellas, las guerreras de Formas Íntimas, con la mira puesta en la Copa Libertadores y, como base del seleccionado de Colombia, en la Copa América. Nosotros, el representativo de Antioquia, ajustábamos detalles para los Juegos Nacionales Acord. Y yo, como casi siempre, defendiendo el lateral izquierdo.
El partido arrancó con la energía de un Black Friday en una tienda de zapatos. A los siete minutos ya me encontraba en el suelo, cortesía de un ‘cariñoso’ choque con la cabeza de Daniela Montoya. En un giro digno de una serie surcoreana, mi nariz, en un acto de rebeldía, decidió cambiar de forma y posición.
Al llegar a la clínica y mientras me suministraban medicamentos para el dolor, me enteré de que las habíamos vencido 2-1. Días después regresé al ruedo, con una máscara que me hacía parecer protagonista de una película de terror de bajo presupuesto.
En ese equipo de estrellas, brillaban nombres como Sandra Sepúlveda, Diana Ospina y Oriánica Velázquez, entre otras. Catalina Usme acompañó desde el banco, pues se recuperaba de una fractura de tibia y peroné.
Y yo, bueno, ahora tengo una nariz con historia mundialista.