Uno de esos estudios referenciados es la Construcción de modelos de narrativas transmediales para el contexto Latinoamericano, texto en el cual se analizan prácticas de transmedia en Colombia y en la región.
Si bien en esta investigación no se busca determinar si existen “nuevos” o “viejos” medios, o si sólo presenciamos la evolución de los medios tradicionales a un nuevo formato, sí es importante tener en cuenta que las formas de apropiación cultural que se realizan hoy en día implican maneras diferentes de relacionarse con la información, de administrarla, construirla y articularla en sistemas de comunicación que a su vez ya no dependen de un solo canal de producción y distribución, sino que han sido apropiados incluso por los usuarios como generadores de nuevos contenidos. (Arredondo, Buitrago y Guzmán, 2015, p. 130)
Arredondo, Buitrago y Guzmán (2015) afirman que los países como Argentina, Brasil y Colombia en aspectos transmediales tienen una tendencia generalizada a temas sociales (medio ambiente, etnias e infancia), culturales y científicos, en contraposición a un fuerte arraigo europeo en lo ficcional dentro del mismo ámbito (p. 131).
Esto lo manifiestan tras identificar 37 proyectos (lista inicial) como propuestas transmedia. Al depurarla definieron 12 como parte del universo de análisis, en el cual indagaron por un ambiente interactivo desde los ritmos o la frecuencia, las interacciones y las identidades.
Una de esas prácticas mencionadas corresponde a Colombia, con la implementación del proyecto Propiedad Pública, una coproducción de un grupo de investigación multidisciplinar, donde se aportan tanto empresas públicas como privadas, desde la alianza Universidad-Empresa-Estado, el cual fue denominado así porque involucra diferentes historias contadas desde diversas plataformas, desde diferentes campos del conocimiento con la libertad de que el ciudadano no solo seleccionará la ruta de navegación, sino que se pudiese involucrar en las historias, con el propósito de construir colectivamente conocimiento.
«El conocimiento no lo hace nadie en particular, nadie lo inventa ni lo descubre por su propia cuenta, es obra colectiva. Y así como no es individual, tampoco son excluyentes su propiedad, uso y modo de avanzar. Como el aire, es patrimonio público no estatal y debe circular sin restricciones porque se nutre de libertad. No permanece inmodificable porque la revisión crítica le permite transformarse. Es alimento de toda persona y sociedad, sin discriminación alguna, y se le deben las distintas formas de emancipación. Por esas razones, el conocimiento debe llegar a ser Propiedad Pública. Y, siendo los beneficios del conocimiento patrimonio de la humanidad, los seres humanos participamos de modos distintos en su identificación, diseño o generación. Por esta realidad, el Estado social de Derecho, reconoce la propiedad intelectual en forma de derechos de autor, morales y patrimoniales. A quienes dedican su vida, su tiempo o su fortuna al mundo del saber, en forma de ciencias, tecnología o técnicas, religión, filosofía, arte o política, les permite que adquieran beneficios propios». (Domínguez, 2013, párr. 1)
Igualmente, otro de los capítulos del libro mencionado trata sobre el periodismo y sus características de transmedialidad. Luchessi (2015) argumenta por qué las nuevas rutinas se apoyan en las tecnologías digitales como soporte de trabajo.
Por esta razón la autora expone tres cuestiones centrales de esta nueva dinámica: “en primera instancia, la irrupción de las audiencias como fuentes -productoras y difusoras de la información- rompe con la asimetría que caracterizó a la tarea periodística” (p. 14). Este enunciado se relaciona con el concepto de prosumer, acuñado por Toffler (1980) en su texto La tercera ola para hacer referencia al consumidor proactivo y activo que evoluciona, que no solo consume contenido ni información sino que a su vez percibe, produce, difunde en el ecosistema de medios.
No obstante, McLuhan y Nevitt (1972) indicaron que con el uso de los medios electrónicos el consumidor podría ser al mismo tiempo productor de contenidos.
En segunda instancia, el cambio en la manera de construir las noticias, desde la selección de la información y la jerarquización. Lo relevante se aplica a los criterios de consumo en la búsqueda y en la visualización. Y el tercero corresponde al “cambio que desplaza la periodicidad hacia la instantaneidad” (Luchessi, 2015, p. 14), que lleva a replantear los papeles y funciones de los actores en el proceso informativo.
En el libro que recopila estudios de la transmedia también se tratan elementos aplicados al periodismo, como la utilización de drones para obtener diferentes ángulos de observación y, así, lograr mejor contextualización de los hechos. De igual manera, como la creación de aplicaciones móviles para contar historias de calle y el apoyo de las redes sociales para el reconocimiento del territorio.
Por su parte, Irigaray y Lovato publican en 2014 Hacia una comunicación transmedia donde, al igual que la anterior publicación, recopilan textos sobre diferentes temas tratados desde la comunicación digital.
En esta edición la temática se relaciona con la calidad y las fuentes de información, las historias con sentido contadas en Twitter, equidad de género, la infografía, los documentales interactivos, el storytelling y las características de las narrativas transmedia.
Es importante destacar dos de los estudios publicados en este texto: Transmedia Storytelling y Las características de las narrativas transmedia. El primero hacer una diferenciación y comparación de conceptos para explicar qué es la narrativa transmedia:
En este sentido, hablamos de multimedia cuando la misma historia se narra en diferentes soportes, ya sea por yuxtaposición o integración, manteniéndose dentro de los marcos limitantes del clásico sitio web. Y de crossmedia, cuando la historia se lleva hacia distintos soportes que sólo tienen sentido si se consumen en su totalidad, es decir, el relato cruza plataformas pero no se extiende.
En este contexto evolutivo, las narrativas transmedia agregan la extensión y fragmentación del relato hipertextual, y sobre todo la interactividad con la audiencia. Es decir, aprovechan lo mejor de cada plataforma para expandirse y generar una experiencia mucho más completa que se logra cuando los usuarios participan activamente en la construcción del universo narrativo. (Liuzzi, 2014, p. 68)
Sin embargo, el aporte de este estudio radica en la afirmación de la relación entre nuevos públicos y nuevas narrativas, lo que le permite a Liuzzi (2014) hablar de prosumidores y los nuevos códigos narrativos, desde el análisis de diversos usuarios, a quienes entrevistó:
Los usuarios entrevistados coincidieron mayoritariamente en destacar narrativas que propicien:
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- Inmersión: como posibilidad de entrar de maneras mucho más profundas a la historia, aprender más sobre ella y tener una experiencia diferente.
- Interactividad: tener la capacidad de cambiar o influenciar los elementos de la historia y poder interactuar con otros usuarios involucrados en el mundo narrativo.
- Integración: consumir una historia que se extienda y cruce plataformas. ¿Puede existir una unión entre las interfaces y el mundo real?
- Impacto: la narrativa inspira al usuario a realizar acciones en el mundo real. (Liuzzi, 2014, p. 68)
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Por su parte, el segundo artículo realizado por Ruiz (2014) y que cuyo título ampliado es Las características de las narrativas transmedia naturalmente apropiadas a las necesidades comunicativas de las comunidades, conceptualiza la transmedia desde la realización y producción de contenidos de entretenimiento y de ficción, pero al mismo tiempo manifiesta, como lo hace también Scolari (2014), que cada vez es más frecuente contar y gestionar contenidos de realidad, “donde las comunidades además de dar opiniones y manifestarse se convierten en verdaderos productores de contenidos. Y es que no hay historias que más interese contar que las propias, las experiencias personales, lo que sentimos, pensamos, o nos preocupa” (Ruiz, 2014, p. 101).
Con el ecosistema de medios existentes actualmente, entre ellas los medios sociales de carácter virtual, se posibilita la presencia de multiplicidad en las narrativas transmedia desde la perspectiva evolutiva de las estructuras digitales.
…donde hay una historia única autónoma que se cuenta a partir de partes o entradas también autónomas, generadas en diferentes medios, lenguajes o plataformas, pero que se relacionan entre sí, retomando a Henry Jenkins (2006).
Una historia transmedia se desarrolla a través de múltiples soportes mediáticos, con cada nuevo texto contribuyendo de manera distinta y valiosa para el todo. (Ruiz, 2014, p. 100)