- Tratado desde el debate “Tecnología, diseño de políticas, desarrollo”, de Jean-Jacques Salomon.
Se puede afirmar que la construcción de la agenda política científica y tecnológica en Colombia es relativamente nueva. En diciembre de 2019 el presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, firmó el decreto que dio nacimiento al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Minciencias.
No obstante, dicha creación se oficializó el 24 de enero de 2020 con la publicación en el Diario Oficial del Decreto Ley 1951 de 2019.
El nuevo ministerio es “el ente rector de la política de ciencia, tecnología e innovación que genere capacidades, promueva el conocimiento científico y tecnológico, contribuya al desarrollo y crecimiento del país y se anticipe a los retos tecnológicos futuros, siempre buscando el bienestar de los colombianos y consolidar una economía más productiva y competitiva y una sociedad más equitativa” (Congreso de la República, 2019).
Asimismo, la conformación en su estructura de los viceministerios de Conocimiento, Innovación y Productividad y de Talento y Apropiación Social del Conocimiento.
Anteriormente, la política científica, tecnológica y de innovación era establecida a través de Colciencias, un departamento administrativo que priorizaba, en su mayoría, actividades para fomentar la CTI en el país.
Aunque existe una normatividad vigente con la cual se viene trabajando (desde Colciencias), en la actualidad se está discutiendo los Lineamientos para una Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, texto liberado en mayo de 2020.
Según el documento, que tiene como eslogan Ciencia, Tecnología e Innovación de los ciudadanos para los ciudadanos, es una política nacional que “surge como una estrategia para abordar este reto describiendo cómo y a través de qué mecanismos los ciudadanos podemos aportar, compartir y aprovechar el conocimiento, de tal forma que se contribuya a consolidar a mediano plazo, una cultura de Apropiación Social del Conocimiento” (Minciencias, 2020). Igualmente, como un camino para institucionalizar la CTI.
¿Qué tipos de tensiones las atraviesan?
Desde la existencia de Colciencia, permanentemente se presentaban tensión entre los diferentes actores de la CTI en Colombia.
Una de éstas era que cada año el gobierno nacional recortaba el presupuesto para la entidad, lo que limitaba el fomento y desarrollo de los procesos científicos y tecnólogos.
Y esto puede seguir pasando no solo en Colombia sino, también, en los países latinoamericanos, como lo expresa Salomon (1994) “las condiciones económicas de la mayoría de los países en desarrollo han empeorado”.
Otras de las dificultades eran los constantes escándalos de corrupción y los problemas internos administrativos. La educación y otros sectores estaban siendo investigadas por diversos hechos de apropiación y desviación de dineros públicos, al igual que “favorecimientos políticos”.
Durante ocho años, Colciencias tuvo ocho directores. Esto llevó a una inestabilidad en las políticas de la CTI.
Salomon (1994) comenta que “en muchos casos, no sólo no se ha conservado el impulso, sino que lo que ya se había logrado se ha visto seriamente comprometido por la crisis económica, la deuda, los recortes presupuestarios y las crisis políticas”.
Para académicos y científicos, la creación del Minciencias se convertía en esa posibilidad de aumentar el presupuesta para el desarrollo de la ciencia en el país, así como la reestructuración conforme a las actuales necesidades.
Sin embargo, esto trajo nuevas tensiones en la discusión del rumbo de la CTI en Colombia, al generar “varias dudas sobre su funcionamiento, pues en la ley 1951 se destaca que su creación no deberá generar mayores gastos de los que ya traía Colciencias, lo que podría limitar su funcionamiento y ser un cambio meramente cosmético” (Semana, 2019).
Actualmente, y después de algunos meses de su creación, siguen las incertidumbres en su conformación estructural y, claro, en el presupuesto. Es prematuro calificarlo, puesto que apenas se están construyendo y discutiendo los planes como el antes mencionado.
Aunque se ha evidenciado la ausencia del ministerio durante la declaración de emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19. Dicha entidad debería ser la abanderada de las discusiones científicas y tecnológicas en la agenda política que establece el contexto.
Sus representantes, voceros y la misma ministra, poco se han visto en los medios de comunicación con una política claro y concisa. Creo que debe ser trasversal a las necesidades de los ciudadanos, pero, a su vez, estratégica para acompañar a los demás ministerios y entidades que trabajan para el bienestar de la ciudadanía.
Actores en la agenda
Ya mencioné a la ciudadanía (la razón de todo) y a los medios de comunicación (aliados para la divulgación) como actores fundamentales para una correcta gestión de la agenda científica.
Pero, también, y mirando la importancia de las alianzas Universidad-Estado y la Público-Privadas, estás no pueden quedase por fuera: las universidades y las empresas privadas. En las cuales se encuentran los centros e institutos de investigación, de desarrollo tecnológico, de innovación y productividad, de ciencia, de transferencia de conocimiento, unidades de I+D+i, empresas que trabajan y fomentan la innova, incubadoras de empresas de Base Tecnológica y parques científicos y tecnológicos.
«Las dificultades para el desarrollo no se limitan a la disponibilidad de recursos naturales frente a las presiones demográficas; también incluyen la organización social y los sistemas políticos. Los recursos naturales y las presiones demográficas solas dictan el umbral de pobreza absoluta, pero el sistema político y la naturaleza de la organización social definen los límites de la capacidad de un país para movilizar sus recursos humanos y financieros». Salomon, 1994)
Por tal motivo, es primordial que estos tengan relación directa con la academia y la industria, “capaces de abrir camino hacia una relativa autonomía tecnológica”, tal y como agrega Salomon (1994).