La evaluación es la herramienta que permite valorar el proceso cognitivo de los estudiantes, a través de la obtención de información sobre la comprensión y apropiación de los conceptos.
Cada momento evaluativo debe ser diseñado acorde con el modelo de enseñanza impartido. Además, sirve para conocer las expectativas, con el fin de ajustar permanentemente los métodos, las técnicas y los procedimientos.
Para poder comprender los tipos de evaluación aplicadas al proceso de enseñanza, se deben conocer cuatro aspectos esenciales para el diseño e implementación estratégico de espacios de medición.
El primero son los Fundamentos de la evaluación, el cual hace referencia al desarrollo de un procedimiento que arroje información sobre el aprendizaje y percepción del estudiante (puede ser de doble vía).
Mientras tanto, el refuerzo, el informe de desempeño y la autoconciencia son los tópicos que componen el segundo aspecto, el de las Funcionalidades de la evaluación.
El tercero corresponde a los Principios generales para realizar la evaluación. Dicho aspecto corresponde a los elementos de planeación estratégica para el proceso de valoración, desde la claridad, los objetivos, las metodologías, los procedimientos y los instrumentos.
Por su parte, el cuarto menciona los elementos que marcan el antes y el después del proceso evaluativo en el aula, a partir del recorrido evolutivo de los modelos de aprendizaje y del contexto cultural y social.
Los tipos de evaluación, según la participación de los agentes
Las condiciones actuales llevan a que los docentes enfrenten diversos retos en el momento de valorar. El número de alumnos y la heterogeneidad llevan a que el diseño de los entornos evaluativos se diversifique, a través de la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación.
La autoevaluación permite la propia valoración. Las ventajas están determinadas por el acceso al pensamiento crítico. Asimismo, facilita el análisis y la reflexión permanente, según los contextos.
Otro punto positivo es que promueve la responsabilidad y la mejora continua por parte del estudiante.
No obstante, como aspecto negativo se encuentra que la información no es accesible para el evaluador, lo cual limita el análisis y la medición de los procesos pedagógicos.
Por tu parte, la coevaluación es el procedimiento en el cual los mismos estudiantes califican el proceso. Cada uno, de manera anónima e individual, realiza retroalimentación de las actividades a sus compañeros. El docente también podrá evaluar y hacer observaciones.
Lo negativo de su implementación sería el alto grado de responsabilidad y compromiso de los estudiantes en el momento de efectuar los comentarios a sus compañeros. Se debe concienciar primero en la importancia de una retroalimentación abierta, sincera y respetuosa.
El tercer tipo de evaluación es la heteroevaluación. Tal vez sea el modelo tradicional en nuestro sistema académico, pues existe un responsable de evaluar (el docente) a otras personas (los estudiantes). También es importante que la valoración sea del estudiante hacia docente.
La importancia radica en la diversidad y de los distintos niveles de aprendizaje que permiten al profesor obtener evidencias del desempeño no solo individual sino también grupal de los alumnos, al igual que su desempeño profesional, lo cual permite fortalecer el mejoramiento de los contenidos, de sus competencias y de las interacciones positivas.
Lo negativo está marcado por lo cuantitativo. Es posible que solo se lleve a valorar desde los números y no desde un análisis cualitativo desde los contextos, desde la divergencia.
Tipos de evaluación, según el objetivo
También existen tres tipos de evaluación desde los propósitos del proceso pedagógico: diagnóstica, sumativa y formativa.
La diagnóstica se efectúa en el inicio del curso, con el fin de identificar el nivel de conocimiento, habilidades y actitudes de los estudiantes. Esto permite realizar adecuaciones al proyecto docente para ajustar las metodologías en la temática.
No existen elementos negativos, todo es positivo para responder mejor a la expectativas y necesidades de formación.
Mientras tanto, la sumativa es de carácter cuantitativo y es la sumatoria de las valoraciones realizadas durante el desarrollo del proceso. Permite medir e identificar los alcances de los objetivos y otorgar una calificación que responda al cumplimiento de estos.
Podría afirmarse que lo negativo, al igual que en la heteroevaluación, es la posibilidad que existe en valorar solo desde los números y no desde lo cualitativo.
Y por último está la formativa, la cual corresponde al monitoreo permanente del progreso del estudiante y, a su vez, la retroalimentación de los logros y de las oportunidades de mejora durante el proceso.
Lo significativo de este tipo de evaluación radica en ajustar las estrategias desde lo cuantitativo, según los entornos y, así, conjugar las emociones de los estudiantes con las metodologías propuestas.
A modo de conclusión
Independientemente del tipo de evaluación, es indispensable contar con un Plan de Evaluación, que contenga no solo los objetivos curriculares sino, también, los métodos, los procedimientos, las técnicas y los instrumentos que serán utilizados.
Esto garantizará el buen desarrollo de las actividades, dará un orden y permitirá el compromiso tanto del estudiante como del docente.
El contexto también es de suma importancia. Conocerlo y comprenderlo servirá para tener una interacción positiva entre las agentes, en el momento de la retroalimentación y de la valoración.
El éxito está determinado por la estrategia y el análisis, pero, sobre todo, por la responsabilidad, la ética y la vocación.