Cien metros de velocidad, adrenalina y sorpresas

Andrés Esteban Marín-Marín
Por Andrés Esteban Marín-Marín 2 lectura mínima

#En200Palabras:

Llegué al Pascual Guerrero con la misma emoción de un niño que entra a una tienda de dulces. En la pista mundialista, mientras me preparaba para los cien metros planos de los Juegos Nacionales Acord 2015, recordé mi primer logro: a los siete años gané una medalla de plata en el campeonato departamental de atletismo, probablemente porque el resto se distrajo cazando mariposas.

No nací siendo un corredor, pero tenía la velocidad de un árbitro de fútbol huyendo de hinchas enojados. Mis piernas, cortas y gruesas como las del tallo de un bonsái, compensaban con la potencia de un volador sin palo.

Orgulloso con la camiseta de la selección Antioquia, me alisté para la competencia. La fisioterapeuta me ayudó con unos estiramientos que parecían más bailes de TikTok. Y mientras todos lucían zapatillas que parecían diseñadas por extraterrestres, yo portaba mis tenis de domingo por la tarde.

El gran momento llegó. Por sorteó me tocó el carril externo, ese que parece la fila del baño en un after party. Pero, ¡zas! Un camarógrafo, buscando su mejor toma, se cruzó en mi camino. Al tratar de esquivarlo, casi me convierto en intruso de otro carril. Al final quedé quinto, a dos suspiros del bronce. Pero, bueno, ¡al menos mis amigos tienen una historia digna de contar y de burla en las reuniones!

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Periodista, especialista en Gerencia de la Comunicación con Sistemas de Información, magíster en Comunicación, maestrando en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), exárbitro de fútbol, Líder Catalizador de la Innovación y profe universitario.
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