El enigma de la noche y la criatura guardiana de secretos

Andrés Esteban Marín-Marín
Por Andrés Esteban Marín-Marín 2 lectura mínima

#En200Palabras:

En una morada de Santa Mónica, cada noche y a la misma hora, resonaban pasos inquietantes en el techo. Como un espectro errante, se movían de un extremo a otro.

Al llegar la madrugada, estos pasos descendían al patio trasero. Sus habitantes, con el corazón palpitante, se asomaban temerosos y el sonido cesaba de inmediato, sumiendo la casa en un misterio aún más profundo. Las sombras se cernían en la oscuridad y, cuando las luces se extinguían, volvían a manifestarse.

Una noche, mientras una interferencia perturbaba la señal del televisor con el partido de fútbol, una sombra se deslizó por la ventana que daba al jardín. La figura, etérea e indefinida, trepó las paredes, dejando tras su larga cola un rastro de terror.

Decididos a desentrañar el enigma, instalaron una cámara con visión nocturna. Esa noche, al sonar los pasos, el teléfono zumbó con notificaciones.

Las imágenes revelaron a una criatura que descendía por los barrotes, recorría cada maceta, bebía agua, robaba comida del gato y trepaba por el tendedero, transformándose en una lechuza con ojos brillantes y misteriosos.

Tras horas de vigilancia, retomó su forma original y se desvaneció hacia la casa vecina, revelándose como una encantadora zarigüeya, portadora de antiguos secretos.

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Periodista, especialista en Gerencia de la Comunicación con Sistemas de Información, magíster en Comunicación, maestrando en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), exárbitro de fútbol, Líder Catalizador de la Innovación y profe universitario.
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