Construcción y circulación de conocimiento en los procesos de innovación

Andrés Esteban Marín-Marín
Por Andrés Esteban Marín-Marín 7 lectura mínima

Es inevitable que, cuando se discute sobre la transferencia de la innovación en las organizaciones, se haga referencia tanto al conocimiento tácito como al explícito. Tipos de conocimiento que establecen relación directa con la construcción y circulación de saberes en los procesos de innovación.

Dicha conexión se convierte en un reto para las empresas de base tecnológica. La información vs. el conocimiento establece diversas dinámicas, las cuales están relacionadas con la verdad. Pero, ¿qué es la verdad? Una batalla conceptual que no es nueva y se remonta desde la Antigua Grecia.

El conocimiento es asumido como verdad. No obstante, las realidades son dinámicas y no se puede tratar desde una visión absolutista.

Pavitt (1985) sugiere que la tecnología es principalmente conocimiento diferenciado sobre aplicaciones específicas. Es decir que es tácito, el cual es acumulativo y no suele codificarse. Por esta razón, Polanyi (1967) ve la tecnología como conocimiento tácito.

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Asimismo, Nonaka (1994) expresa que se trata de algo específico, que se procesa como un sistema de experiencias, prácticas, valores y creencias de las personas que integran a la organización. Es comprender que este conjunto conecta la construcción y la circulación de conocimiento.

Un dialogó de saberes

Las interacciones entre los individuos fortalecen no solo la acción, también el desarrollo permanente y al fomento de la cultura de la innovación. Más que un enfoque transferencista, es un diálogo de saberes, donde todos los actores participan de manera abierta.

Estas interacciones son las que facilitan la sinergia de los procesos de innovación dentro de la organización. La promoción debe ser permanente y que vincule las prácticas de los individuos con los objetivos institucionales, a través del reconocimiento de las experiencias y de las estrategias empresariales.

De igual manera, se necesita voluntad política de los altos directivos, así, como su compromiso para hacer la trazabilidad de los retos implementados: se trata de medir y contar con indicadores de gestión para controlar y mejorar. Análisis que debe ir de la mano de un plan de incentivos dentro de la organización, pero que no desvirtúe el compromiso de los actores por la innovación.

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Entre lo social y el lucro, diferencias en las organizaciones

La mayor diferencia para la gestión de la innovación entre organizaciones sin fines de lucro y con fines de lucro radica desde su misma esencia. En la primera, cuenta con procesos orientados a asuntos sociales, mientras que en la segunda la innovación es sinónimo de beneficio económico, a veces sin un sentido social ni velar por mejorar las condiciones de vida. Es la confrontación entre lo intangible y lo tangible.

Por esta razón, las entidades privadas cuentan con estructuras robustas o con mayor capacidad para atender las necesidades de los clientes. Sin embargo, las instituciones públicas y asociaciones no gubernamentales tienen limitantes para destinar sus recursos a la innovación. Esto puede suceder por falta de voluntad política o falta de recursos, tanto humanos como económicos.

A pesar de esta gran diferencia, ambos tipos de organizaciones tienen en común que la innovación genera valor. Ese valor que, por un lado, se enfoca al desarrollo económico y, por el otro, a los procesos sociales. Asimismo, la creación de alianzas que conlleven a la cooperación de los actores en las actividades de comercialización.

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El propósito, mejorar la calidad de vida

Desde la innovación social, se ejemplifica los procesos que adelanta la Corporación Deportiva Los Paisitas, entidad sin ánimo de lucro que cada año desarrolla en Medellín, Colombia, el Festival de Festivales, evento que reúne a niños de diversas regiones del país, a través del deporte social comunitario. El valor que entrega es intangible, pero con propósitos formativos y sociales. Es un modelo reaplicable en otros territorios.

El dinero que ingresa a la corporación se redistribuye en acciones que repercuten en el mejoramiento de la calidad de vida de los niños y de sus familias. No obstante, no cuentan con plataformas autosostenibles y dependen del apoyo publicitario de entidades públicas y privadas, al igual de donaciones que la ciudadanía realiza. Sin este recurso, no sería posible que los procesos se pudieran adelantar.

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Por su parte, una de las empresas con ánimo de lucro es Rappi. En 2015 nace en Colombia. Actualmente, presta sus servicios en nueve países de América Latina. Por medio de una aplicación móvil, los clientes adquieren bienes y servicios. Estos son llevados y entregados por “Rappitenderos” en lugares deseados por los usuarios de la plataforma. Al inicio, solo eran pequeños alimentos. Hoy en día, es la posibilidad de hacer el mercado, de enviar encomiendas, comprar licores, pagar otros servicios y adquirir paquetes de turismo, entre otros.

Dicha empresa implementó un piloto, en 2020, para realizar domicilios en Medellín: cambió el recurso humano (“Rappitenderos”) por robots. Por medio de alianzas, la compañía logró poner en funcionamiento quince pequeñas máquinas integradas a sistemas de georreferenciación, las cuales se encargaron de entregar los productos en las casas de los clientes, en zonas estratégicas de la ciudad.

Referencias

  • Nonaka, I. (1994). A Dynamic Theory of Organizational Knowledge Creation. Organization Science, 14-37.
  • Pavitt, K. (1985). Patent Statistics as Indicators of Innovative Activities: Possibilities and Problems. Scientometrics, 77-99.
  • Polanyi, M. (1967). The Tacit Dimension. Garden City: Anchor.
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Periodista, especialista en Gerencia de la Comunicación con Sistemas de Información, magíster en Comunicación, maestrando en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), exárbitro de fútbol, Líder Catalizador de la Innovación Pública y profesor universitario.
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