Por su naturaleza, como lo expresa Fagerberg (2005), la innovación es el resultado de diversas interacciones entre organizaciones y actores, de tal manera que se convierte en un sistema que parte de crear o adaptar productos y servicios para un determinado fin, con una aceptación social y comercial para su uso y apropiación.
Es así como la innovación es una actividad que integra principalmente a las organizaciones, “pero la empresa no innova en solitario, sino formando parte de un conjunto de relaciones que constituyen el sistema de innovación” (Fundación COTEC [COTEC], 1993, p. 19).
En un pasado, las universidades con mayor grado de reconocimiento en los países desarrollados eran las encargadas de liderar los estudios enfocados en ciencia, tecnología e innovación, CT+I (Fagerberg, 2005). Su éxito, de una u otra forma, estaba relacionada con lo tangible (creación de dispositivos, herramientas y artefactos que reconfiguran la cotidianidad del ser humano).
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“Asimismo, algunos estudios han demostrado que la tecnología es responsable de dos tercios de las diferencias de crecimiento entre los países desarrollados” (COTEC, 1993, p. 33). Posteriormente, se fundaron centros y departamentos de investigación, asociaciones profesionales y revistas científicas. Su enfoque estaba relacionado con cuestiones económicas y sociales (Fagerberg, 2005).
Por tal motivo, los costos para acceder a los estudios de CT+I son altos. “Muchos países en desarrollo son incapaces de crear las condiciones necesarias para introducir el progreso técnico” (COTEC, 1993, p. 33). Además, también es tratado como una competencia geopolítica por parte de los países desarrollados, en su carrera acelerada para demostrar su poderío económico.
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Las situaciones de confrontaciones bélicas, los espacios de competiciones deportivas mundiales o el descubrimiento de vacunas por cuestiones de salubridad, se convierten en escenarios internacionales para que los gobiernos muestren avances en innovación, por lo que se convierten en referentes para los países de la periferia.
Actualmente, muchos países en desarrollo son incapaces de crear las condiciones necesarias para introducir el progreso técnico y, de todo ello, se deriva la necesidad de que los poderes públicos, tanto nacionales como internacionales, introduzcan elementos correctores para paliar las desigualdades que se producen. (COTEC, 1993, p. 33)
Por su parte, el concepto de periferia es definido por Arocena y Sutz (2016) como aquellos países que dentro del sistema están relegados a posiciones externas y alejadas del punto medio. Es decir, que en el centro está constituido por los países desarrollados.
Como lo expresan los autores, “la subordinación o dependencia de las “periferias” respecto de los centros constituye un obstáculo a su desarrollo (…) marcando el tránsito del estructuralismo a las teorías de la dependencia” (p. 88).
El éxito conseguido por los países desarrollados era una comprobación del valor de la tecnología y la innovación en el proceso de crecimiento y desarrollo económico de las décadas anteriores, que encontró su confirmación en el rápido camino ascendente de los países asiáticos en la convergencia con Estados Unidos. (Gutti, 2008, p. 10)
Depende del contexto de cada país
Sin embargo, aunque muchos de los intereses para el desarrollo tienen orientaciones comunes y transversales entre los países de la periferia con respecto a los del centro, las necesidades y las particularidades conllevan a que “la innovación se estudie desde perspectivas diferenciales” (Fagerberg, 2005, p. 3).
Por esta razón, Arocena y Sutz (2016) exponen que “ya no es posible definir el desarrollo en sentido integral como un cierto “camino” o “escalera” que conduce a un “lugar” (caracterizado como el que ocupan los llamados países desarrollados), acceder al cual sería viable y deseable para todos” (p. 70).
Las variables dependen de cada país. Más que compararse o copiar un sistema de innovación de países desarrollados, este debe corresponder con los contextos, los procesos culturales propios de cada región y las necesidades económicas y sociales de las poblaciones en desarrollo.
Un sistema bien gestionado y proyectado “puede permitir que un país progrese rápidamente, aunque sus recursos sean limitados” (COTEC, 1993, p. 19).
Por lo tanto, los gobiernos más que adaptar sistemas de I+D, deben comprender las dinámicas de los entornos para el diseño, implementación o reajuste de las políticas públicas, tal y como lo manifiestan Peirano y Olaya (2007), “esto no es solamente un asunto que tenga que ver con los países desarrollados; por el contrario, es una necesidad imperante también para el avance de los países que construyen su paso hacia el desarrollo” (p. 179).
Además, los actores participantes en el proceso, como mínimo, deben involucrar a sectores de la infraestructura física, organizaciones gubernamentales, la empresa privada, la industria y la academia.
La brecha se amplía a medida que se avanza en el nivel de educación, de modo que la tasa de alfabetización general no difiere mayormente y la tasa de enrolamiento primario es equiparable, pero a partir de las tasas de enrolamiento secundario los contrastes son cada vez mayores. (Gutti, Le Clech y Lugones, 2007, p. 29)
Finalmente, y desde este punto de vista, las políticas públicas den aportar al cierre de la brecha tecnológica comprendida desde los comportamientos diferenciales de los países en vía de desarrollo.
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Los gastos en I+D, los resultados de las investigaciones y la intensa gestión de conocimiento debe incorporar factores abiertos para el acceso, alfabetización, educación y formación de la ciudadanía desde tempranas edades.
En la medida en que las políticas públicas impulsen la detección y atención de la demanda social de conocimientos que proviene de la problemática de los sectores postergados de la sociedad, podrán afrontar mejor esa problemática y explorar una vía para ampliar la oferta de conocimientos (…) Podría incluso impulsar senderos innovadores que configuren un cierto patrón de especialización ligado a necesidades y posibilidades de cada país, acorde a la diversidad de los procesos de desarrollo. (Arocena y Sutz, 2016, p. 98)
Referencias
- Fagerberg, J. (2005). Innovation: A guide to the literature.
- COTEC. (1993). La innovación. En Una revisión de la literatura de innovación (págs. 1-46).
- Gutti, P. (2008). Características del proceso de absorción tecnológica de las empresas con baja inversión en I+D: un análisis de la industria manufacturera argentina. Los Polvorines, Provincia de Buenos Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento.
- Arocena, R., y Sutz, J. (2016). Innovación y sistemas nacionales de innovación en procesos de desarrollo. En A. Erbes, & D. Suárez, Repensando el desarrollo latinoamericano. Una discusión desde los sistemas de innovación (págs. 69-102). Los Polvorines, Provincia de Buenos Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento.
- Peirano, F., y Olaya, D. (2007). El camino recorrido por América Latina en el desarrollo de indicadores para la medición de la sociedad de la información y la innovación tecnológica. Revista Iberoamericana de Ciencia Tecnología y Sociedad, 153-185.
- Gutti, P., Le Clech, N., y Lugones, G. (2007). Indicadores de capacidades tecnológicas en América Latina. Estudios y perspectivas, 1-68.