Uno de los puntos de mayor discusión en la vigésima sexta sesión de la Conferencia de las Partes (COP26) en Glasgow, Escocia, fue el de la reducción gradual del uso del carbón como fuente de energía y del reemplazo de combustibles fósiles ineficientes. Sin embargo, esto no es nuevo.
La inquietud para cambiar a fuentes de energías limpias siempre ha sido un reto, desde la materialización de diversos problemas, los cuales están relacionados con el cambio climático, la destrucción del medioambiente, las afectaciones de salud y la falta de alimentos.
La propuesta de sustituir a los vehículos de gasolina por los de energía eléctrica está desde 1920. Desde ese entonces, existía la necesidad de reducir las emisiones contaminantes en las grandes ciudades. En un momento donde se evidenciaba la aceleración del calentamiento global, grupos ambientalistas fomentaron la utilización del carro eléctrico.
Con el cambio de milenio, su desarrollo fue eminente. No obstante, su implementación se vio afectada por voluntades políticas, entornos de poder y condiciones socioeconómicas, lo cual conllevó al no funcionamiento de la tecnología (exclusión social).
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Por esta razón, se tratará de analizar el documental ¿Quién mató al auto eléctrico? El propósito es identificar los requisitos y condiciones que fallaron en el Sistema Tecnológico Social para la solución. Asimismo, reencausar el proceso de planificación de la tecnología propuesta para que permita la inclusión social (funcionamiento).
Requisitos y condiciones no cumplidas por la tecnología propuesta
Como lo expone Thomas et al. (2015), los Sistemas Tecnológicos Sociales, STS, se conciben como elementos heterogéneos desde una perspectiva socio-técnica, los cuales están “orientados a la generación de dinámicas de inclusión social y económica, democratización de la toma de decisiones tecnológicas y desarrollo sustentable” (p. 58-59).
Por lo tanto, se deberán identificar los actores y artefactos involucrados en el cumplimiento simultáneo de cinco requerimientos expresados por Juarez y Carenzo (2021), “los cuales son posiciones necesarias para dinamizar procesos de desarrollo (…): igualación de derechos, dignificación de las condiciones de existencia humana, generación de nuevos espacios de libertad y justicia, mejora de la calidad de vida y preservación ambiental” (p. 4).
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Bajo estas premisas, se puede afirmar que la solución propuesta por el grupo socioambientalista que vela por la implementación de vehículos eléctricos no cumple los requisitos STS:
No existe una igualación de derechos. Esto se evidencia en el uso del auto eléctrico. No todas las personas pueden acceder a este. Se debe contar con estatus social o condiciones económicas requeridas por la empresa fabricante del vehículo. Por otra parte, la carga de la batería implica el acceso a redes de energía eléctrica, lo cual conlleva a adecuar lugares para la alimentación.
Son limitados los sitios para la carga o, si se hace en casa, solo quienes tienen recursos económicos pueden implementar herramientas para el abastecimiento de energía, sin contar que países en vía de desarrollo no cuentan con infraestructura adecuada. Simplemente, no todos pueden tener un carro eléctrico.
Tampoco se identifica dignificación de las condiciones de existencia humana. Al no posibilitar la igualación de derechos y que los aspectos socioeconómicos sean lo habitual en las dinámicas de la implementación tecnológica, estos generan un estatus que expande y agudiza, aún más, la brecha entre ricos y pobres.
Asimismo, no se observa generación de nuevos espacios de libertad y justicia. No se identifican espacios ni oportunidades de democratización, que faciliten la toma de decisiones y la participación ciudadana. También, no son dueños de su carro y, por ende, no se puede usar libremente. Depende de las condiciones y decisiones de terceros.
De este mismo modo, no mejora la calidad de vida. Aunque podría suceder, la corta autonomía de la batería podría generar otros problemas, tanto de seguridad como de la misma movilidad. Tampoco la adquisición de repuestos, puesto que son limitados y podrían tener un alto costo.
Aunque, inicialmente, se evidencia que con la implementación de la tecnología posibilita la preservación del ambiente, pero, al no tratarla de una manera sistémica, es posible que, por la necesidad y la demanda de generación de energía eléctrica para el abastecimiento de los autos se busquen otras maneras no limpias de hacerlo. Lo mismo sucede con los dispositivos híbridos. Esto atentaría con el medioambiente y contra la salud pública.
Reencausar el proceso desde la Planificación Estratégica Socio-Técnica
Es fundamental reencausar el proceso de planificación de los vehículos eléctricos desde los cuatro momentos de la Planificación estratégica Socio-Técnica, PEST, lo que posibilita ajustar, mejorar y encarrilar los objetivos del plan en cualquier instante (ver gráfico 1).
El primero, de orden explicativo, la reconstrucción de la situación-problema. Se trata de procesar los problemas (no solo uno, es identificarlos desde un enfoque sistémico para no caer en determinismos que afecten el funcionamiento de lo calculado). En este caso, es mirarlo desde los problemas que constituyen una movilidad sostenible. No solo es el vehículo. Asimismo, se evita caer en falacias como la artefactual.
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Este proceso se debe orientar desde la graficación y mapeo de las alianzas, con sus actores humanos y tecnológicos, al igual que la explicación de las dinámicas, muchas de estas de poder, que se ejercen por los actores, y el reconocimiento de las trayectorias, con la identificación de los nudos críticos, los cuales, también transitan las dinámicas y las alianzas socio-técnicas.
De igual manera, se descubren las realidades desde la co-construcción del diseño de la situación-objetivo. Esto se realiza bajo un marco normativo, perteneciente al momento de la redefinición del Sistema Tecnológico Social, con una mirada inclusiva y sustentable, que integre los cinco requerimientos primordiales: igualación de derechos, dignificación de las condiciones de existencia humana, generación de nuevos espacios de libertad y justicia, mejora de la calidad de vida y preservación ambiental.
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Además de esto, en el momento estratégico se reformula la propuesta identificando las oportunidades en la cooperación de los diversos actores, inclusive, teniendo en cuenta los conflictos y las posturas de los contradictores. Es plantear puntos de encuentro con los fabricantes de autos y los gobiernos nacionales y locales. También es el instante para replantear los cálculos y examinar la viabilidad, al igual que la ejecución secuencial y temporal.
Por su parte, el momento táctico-operacional es la acción. Es implementar un plan que permita el recálculo desde las situaciones observadas, los nudos críticos y las operaciones OP y OK, orientadas a cambiar la situación-problema, a la aproximación de la situación-objetivo y a la viabilidad de las nuevas posibles operaciones. Estas deben ser abiertas y participativas, es decir que involucre a los actores humanos para la toma de decisiones y la democratización del conocimiento.
Referencias
- Juarez, P., y Carenzo, S. (2021). Diseño y planificación estratégica de Sistemas Tecnológicos Sociales. En Introducción al curso: Problemas cognitivos y de intervención. Hacia la planificación de Sistemas Tecnológicos Sociales (págs. 1-5). Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes.
- Matus, C. (1996). Método PES (Planificación Estratégica Situacional). La Paz: Editorial Centro de Estudios de la realidad Bolivariana.
- Therborn, G. (1987). La ideología del poder y el poder de la ideología. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
- Therborn, G. (2015). Los campos de exterminio de la desigualdad. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
- Thomas, H., Juarez, P., y Picabea, F. (2015). ¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social? En Colección Tecnología y Desarrollo (págs. 1-74). Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes.